Me resulta sorprendente como la gente se cree superior por estar
en los interiores de esa cárcel. Cada vez que alguien presume de no
leer está encerrándose un poco más en su propia cárcel. Cosas de
la ignorancia, supongo.
Cuando me regalan una historia, de esas especiales, de esas que me
calan, me hacen la persona más feliz del mundo.No por que sea un
regalo, sino porque me ayuda a salir de mi cárcel en la que nunca pienso,pero existe, al menos por un rato, al menos cuando tengo el libro en las manos.Está
prohibido llorar sobre los libros porque no queda bien que la tinta
se corra...