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Lo más difícil es querer a alguien y ser lo suficiente valiente para dejar que te quieran.

domingo, 8 de enero de 2012

Nos pisamos los pies...

La gente baja deprisa por las escaleras del metro. Bajan envueltos en prisas y horarios (de trabajo, de tren, de citas). Te golpean si vas despacio, te empujan si ven que te detienes a mirar a un hombre que con su guitarra se intenta ganar el pan. Algunos le miran por encima del hombro (otros ni miran), les resulta raro ver a un hombre ganarse la vida de esa forma, yo sin embargo, lo considero arte.
Si sales a la calle puedes ver que son los turistas casi los únicos que miran al cielo. Que contemplan los edificios. Parece que solo ellos disfruten de las calles. Y nosotros.... nosotros que las tenemos a diario no les hacemos ni caso. Nos hemos acostumbrado a que todo esté en el sitio que está. Que ciegos estamos.
Salgo del trabajo y subo al metro. Una vez dentro veo a un chico en una silla de ruedas con motor. Se nota que no está bien, aparte de no poder andar, tampoco puede hablar. Lo único que puede mover es la mano, y haciendo un gran esfuerzo. Con esa mano, guía su silla. Todo el mundo lo mira, y él nos mira a todos. En la siguiente parada sube una mujer, con un niño en un carro, nadie se aparta para que la mujer pueda acomodarse con el carro en un lugar más cómodo que delante de la puerta entorpeciendo el paso. Sin embargo, el chico de la silla de ruedas, le cede su sitio a la señora con el carro. Y el chico con su silla de ruedas va abriéndose paso entre la gente, que lo miran y se apartan corriendo, como si el chico les fuese a pisar los pies.

Y los pies nos los pisamos nosotros mismos, con nuestra forma, tan particular, de ser…