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Lo más difícil es querer a alguien y ser lo suficiente valiente para dejar que te quieran.

jueves, 27 de agosto de 2009

Me preparas una pizza?...

Hay dias en los que amanece soleado…

¿Si voy a tu casa en un rato me prepararás esa pizza tan rica? –pregunto impaciente-.
Claro que sí. Si vienes a casa te prepararé una de mis pizzas. Tengo helado en el congelador, de chocolate y fresa. Y vino espumoso en el frigorífico, enfriándose -dije-.
¿Tengo que ponerme guapa? -dijiste-.
No, no te tienes que poner guapa, ya lo estás. Ven ya. -contesté-.

Una hora más tarde estabas en mi casa. Al entrar, me das dos besos en la mejilla. Hueles a fresa y nada más verte, toco labios, que tanto me gusta. Y bromeo con el dibujo de tu camiseta.

¿No te dije que no te hacía falta ponerte guapa, que ya lo eres? -dije-.
Ja ja ja.. -reíste como una niña adulta traviesa-.
Qué bien huele -umm...dijiste, acercando tu cabeza al horno-.
¡Qué te vas a quemar la nariz! -dije, tras de ti, acercándome a tu diminuto cuerpo-.

Te giraste y me miraste a los ojos. Y tras pasar la palma de tu mano por encima de mi cabeza, suavemente. Me miraste y me preguntaste si podías darme un beso.

Voy a mirar la pizza, no vaya a ser, que se queme -dije, mientras me ponía un guante de cocina para abrir el horno-.

Me mirabas, me ponías nerviosa,me electrizabas. Yo quería tirar la pizza al suelo, llevarte hasta la habitación y quitarte esa camiseta que me hacía reír. Pero no voy a hacerlo. Vamos a sentarnos en la mesa, comeremos, beberemos y hablaremos.De ti, de mi, de nuestros días.

Pero todo falla. Y hace rato la pizza comenzó a quemarse. Hace rato que te estaba besando. Hace rato que mis manos no soltaban tu cintura. Hace rato que tu mano sujeta el pelo que baja por mi nuca. Y hace rato que ambos pensamos en quitarnos la ropa. De hecho, hace rato que hemos caminado hacia la habitación, y estamos tumbadas en la cama. Tu me preguntas por la pizza. Yo doy un bote y salgo de la cama, y casi desnuda camino por el pasillo, voy hasta la cocina apago el horno, y contemplo en el interior la pizza carbonizada

Pekeña, la próxima vez que juguemos a este juego, me tienes que recordar que no cocine – me dices-.
Y tú me tienes que recordar que cierre la puerta de casa cuando entre, creo que los gatos se han escapado hace rato –te digo -.

Así que entre risas y más risas, tiramos la pizza la basura. Nos vestimos y salimos al portal, y escaleras arriba y abajo, buscamos a los gatos. Menuda noche nos espera. Eso nos pasa por jugar a este tipo de juegos…

Creo que hacia tiempo que no me sentia tan agusto…