Era una tarde lluviosa, íbamos agarrados al mango del mismo paraguas, aun así los dos estábamos empapados por completo, el viento azotaba con fuerza en nuestras caras, se acercó sigilosamente y me susurró algo al oído que nunca llegué a entender.
(El problema no es ser sincero, es decir siempre la verdad…)
+Déjame pedirte un último favor, no te destruyas a ti misma pequeña ratita…
(Son más los hombres que desean una princesa en sus vidas que las niñas que anhelan con serlo de mayores...por desgracia...)