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Lo más difícil es querer a alguien y ser lo suficiente valiente para dejar que te quieran.

sábado, 21 de mayo de 2011

Delirios de grandeza.

Las palabras en ocasiones se las lleva el viento, lástima no llevar siempre encima una grabadora para demostrar aquello que se dijo y que ahora desmienten con tanto descaro, las noches en vela ya forman parte de una rutina que empieza a ser angustiosa, no soy capaz de derribar los numerosos muros que han sido construidos según han ido fallando aquellos en los que más confiamos, me parece increíble aquellos que ponen la otra mejilla, los que vuelven al estilo del hijo prodigo como si no hubiese pasado el tiempo, los que van dando bandazos por mero interés, el telón está cayendo sobre los que más dudaron del éxito de una constelación de talentos.

La avaricia rompe el saco de los que no se conforman con el sufrimiento ajeno, de los errores se aprende mucho más que un tribunal te juzgue y te lo cuente, retar a alguien que necesita un extra es una forma de motivar cuando ya no le quedan más balas en la recamara, lo peor es quedarse encerrado en una espiral durante años y no poder escapar de ella, con el tiempo nos daremos cuenta de todo lo que hemos desaprovechado, nos falló la estrategia a la hora de plantear la carrera y nos quedamos sin fuerzas justo cuando llegábamos a la línea de meta.

Las paredes son tan finas como el papel de fumar que filtran los gritos que no queríamos escuchar, movimientos pacíficos que piden soluciones, votos en blanco como única salida, detrás de todo títere hay un manipulador que mueve sus manos y boca a su antojo, nace con alboroto la rebelión de las almas infieles, algunos líderes se dejaron llevar por delirios de grandeza otros no soportaron el complejo napoleónico, la frustración se expresaba a través de ladridos sordos.

Los que se mudaron a la ciudad de las esmeraldas nunca volvieron para explicar que encantos tiene que los atrapa, hay secretos que se pierden como la lava enterró Pompeya, más de uno ha intentado escapar de la cruda realidad montado en una góndola veneciana, la vida cambió para los que vivieron un terremoto en alguna isla de Japón o a unos solos pasos del castillo de Lorca, afortunado se siente el que todas los días puede dar un paseo por el Retiro, aunque sea de noche y con labios cortados por el frío.

Los ángeles se han convertido en delincuentes que han hecho del cielo un lugar inseguro.

El último aplauso será el más sincero…